sexta-feira, 1 de abril de 2011

Intentando entrar en la capital

Después de muchas montañas y de un largo viaje, viene una planicie acercándose a La paz, y   se siente que esta a mas de 3000 metros de altura. A lo lejos se ve un salar brillante, seguimos la larga recta y de repente se asoma en el horizonte un maravilloso pico de nieve, para los dos fue una sorpresa ver semejante montaña y no paraba de crecer y se formó una cadena de montañas con picos blancos queriendo vestirse con nubes que les quedaban pequeñas.   



Luego una calle ancha con casas alrededor, propagandas políticas escritas en las paredes, mas casas, negocios.De repente estamos en una calle muy ancha de 4 carriles pero con 6 hileras de autos que en realidad no son autos sino que son todas pero absolutamente todas minibús, blancas , llevando pasajeros y claro, tocando bocina. Éramos el único auto azul en un mar de combis blancas de mal humor,  a las 6 de la tarde, horario que todo mundo quiere volver a su casa, y nosotros queriendo llegar a La Paz a una dirección que no sabíamos dónde. Como fresita del postre el auto se apuna por la altura o sea que el motor se apagaba a cada rato, ya que La Paz se encuentra a 3650 m.s.n.m, es la capital más alta del mundo.
Ahí empezó la pesadilla como toda entrada a una Capital. Las personas se bajaban de repente de las combis y empezaban a caminar porque era más rápido, Terra estaba al borde de que se le calambre la pierna de tanto apretar los pedales, decidimos parar donde sea pero parar así no se nos calentaba el motor.
Doblamos pasando por encima de unas combis y estábamos en unas calles de ferias, todos negocios y con los productos expuestos en la calle, había ollas apiladas, parlantes gigantes, sombreros de chola,etc
Milagrosamente encontramos un lugar para estacionar y después de un descansito y de preguntar para dónde ir, subimos al auto de nuevo, ya con la última luz del día.
Nos perdimos un buen rato en ese monstruo de feria que cada vez se ponía peor. Ya no había más veredas y calle,  eran puestos en medio de un terreno y la gente junto con autos y colectivos atravesando por donde podían; hasta que terminamos en un calle angosta, de tierra, que parecía mas bien un pasillo.
Ya era de noche, a los lados había hileras de piezas chiquititas una al lado de la otra, todas con puertas azules y en la vereda frente a cada puerta había un fuego prendido, una pequeña fogata, algunos quemaban algún incienso o hierba, otros cocinaban algo, no se entendía mucho por la luz tenue del fuego. Se veían carteles que decían, “cura mal de amores, dinero, trabajo” o  “curo maldición de … (nombre de unos indios)”; había un hombre bailando alrededor de unos los fuegos sacudiendo unas pezuñas de cabra y se veía en algunas puertas abiertas de los cuartos que dentro había mucha gente, varias cholas y hombres hablando o algo así, dentro de esos cuartos bien chiquitos, como de 3x3mts. Mucha gente en la calle caminando y nos lanzaban miradas raras, cuestionadoras, así que avanzamos despacito y atónitos por el clima siniestro que había. Para nosotros fue muy impresionante pasar por este lugar, minutos antes pensamos que ya estábamos en el peor caos cuando fuimos a pasar por ahí, que era cosa de brujería y códigos ajenos a los nuestros. Recuerdo de ir con la boca abierta y de no animarme a sacar una foto, jaja. Una escena graciosa que vi en medio de esa calle oscura, fue una chola sentada esperando en un puesto mientras el vendedor le estiraba su sombrero en forma de galera, colocándolo en un cilindro de metal que le daba la altura que ella quería.
Cuando salimos de la calle de las brujerías encontramos una salida que era una calle de cemento que bajaba y bajaba con muchos autos.
Es que La Paz,  esta situada en medio de la cordillera de los Andes y para llegar primero se atraviesa una ciudad satélite que es “El Alto” , justamente porque está en lo alto de la planicie de la montaña y cuando baja es que empieza la ciudad La Paz. La capital se divide en tres sectores: los barrios de indígenas, en lo mas alto; las zonas residenciales de clase madia-alta en lo más bajo, que sería zona sur, y entre las dos, la zona comercial y administrativa.
Al principio esta bajada parecía a la del morro de Florianópolis que son 5 curvas en bajada para llegar a otro barrio, pero pasaron 15 minutos de reloj y seguíamos bajando y sin saber si estábamos yendo bien o si nos habíamos pasado. Desde encima se ve que la ciudad es muy grande, un mar de luces que no acaba y que tiene un efecto embudo por ir bajando  las montañas. En cuanto pudimos salimos de la eterna bajada y le preguntamos a una mujer por el barrio que teníamos que ir  y nos dijo que eso era atravesando toda la ciudad, que estábamos muy lejos. Eso nos dijo la mujer cuando ya hacía una hora y media que estábamos tratando de entrar en la ciudad.
El resto fue cuestión de preguntar e ir avanzando y de esperar el tránsito y tener paciencia con las bocinas. Tardamos tanto que paramos a cenar y después seguimos. Llegamos a la santa dirección después de 4 horas desde que llegamos al mar de combis blancas.


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